Ya se
cerraron dos procesos muy importantes en lo respecta a nuestra Escuela: se
aprobaron de una manera insultante los procesos tanto de contratación como el
de ratificación. Y el balance que sacamos de ello es que, envés que estos
procesos sean de lo más beneficiosos para la comunidad académica de Historia en
San Marcos, en especial para los estudiantes; por el contrario, que se haya
aprobado estos dos procesos solo nos hace caer más bajo en lo que refiere a
calidad académica. Simplificando un poco: esto no nos favorece en nada.
En lo que
respecta al proceso de Ratificación, todos los profesores seguirán enseñando
por lo menos tres años más, depende si son auxiliares, asociados o principales
-aunque en esta ocasión la mayoría fueron asociados, entonces su siguiente
ratificación será dentro de cinco años, o sea en el 2018-. Para ello yo
seguramente ya no estaré estudiando aquí, pero aun me quedan tres años y al
igual que yo, las bases que me siguen (la 12, 13, 14, 15) “gozarán” de algunos
profesores (lamentablemente aún), que son considerados en el ámbito académico no
de los mejores por decirlo menos. Algunos de ellos en mi opinión.
Los que
tenían que ser evaluados en esta Ratificación fueron: Raúl Adanaqué, Ruth
Borja, Carlos Carcelén, Juvenal Luque, Héctor Maldonado, César Puerta,
Francisco Quiroz y Daniel Vizcardo. Podríamos tener algunas diferencias de
ideas en uno o dos de si se deberían ratificar o no, pero hay uno que otro que
de verdad ya no deberían enseñar. Muchos de ustedes conocerán a todos estos y
serán consientes de cuáles son sus publicaciones, su desempeño como profesor,
si es actualizado o sigue con métodos anticuados de pedagogía, cargos
administrativos, etc.
Estos son dinosaurios
que solo se quedan para vivir en la Facultad mas no por que su permanencia
valla a favorecer a la “carrera” en los aspectos más positivos posibles. Una de
las razones del porque aprueban es la flexibilidad al revisar los expedientes
por parte de los evaluadores (que ya todos conocemos, porque en la Ratificación
hubo participación casi nula por parte de los estudiantes) es muy notoria y no
les avergüenza decirlo. En muchas oportunidades tanto Waldemar Espinoza como
Emilio Durán decían que: “la idea nos es botarlos” es por eso que cuando había
uno que otro punto en duda, el “beneficio de la duda” lo tenían ellos,
regalándoles los puntos. Cuando nosotros respondíamos que nuestra idea tampoco
es botarlos pero que deberían tener lo que se merecen, además, ¿que mas
beneficio que el lastimoso puntaje para aprobar la ratificación? Y es que un
profesor asociado –como fueron la mayoría de profesores– para seguir enseñando en la Facultad, necesitan
llegar solo a los 40 puntos sobre 100 posibles. Eso no es nada exigente, es por
eso que siempre los profesores se ratifican y como lo manda la tabla, no se
puede hacer nada. Entonces, si pensamos que la tabla no es responsabilidad de
la Facultad, ni de los propios integrantes de la comisión. Concluye que la baja
exigencia académica está en todo San Marcos.